“Cuando haya muerto, llórame tan sólo
mientras escuches la campana triste,
anunciadora al mundo de mi fuga
del mundo vil hacia el gusano infame.”
Cuando haya muerto no quiero lágrimas.
No quiero dioses, ni adioses,
ni nada.
Quiero alegría por haber vivido,
por haber reído y haber amado.
Cuando leas esto, recuérdame vivo
si me recuerdas vivo, estaré vivo,
y si muerto, muerto.
Cuando me veles, no quiero lágrimas,
no quiero penas, ansias, ni lamentos.
Quiero risas, quiero buenos recuerdos
como el día que enterramos a Asunción.
Cuando leas esto recuerda que quise
ser árbol en el desierto, humedal
entre pedregales.
Cuando leas esto, recuerda.
Si no lloras,
no habré muerto.