Entro en tu casa en cada telediario,
lacero tu alma al oír las noticias,
vomito en tu rostro bombas y sangre.
Exijo que empieces otra cruzada.
Déjate de cuentos, empuña tu arma,
los libros jamás ganaron batallas.
Arranca su ojo, escupe su diente
Bebe de mis aguas y calma tu sed